Origen e historia del charro mexicano

Charro

Agrupamiento de Charros en Paseo de la Reforma es un personaje popular que cumple las funciones de hacendado y de jinete en las zonas rurales del país. Icono de la mexicanidad, presente en el imaginario colectivo así como en la literatura, cine, pintura.

El traje del charro representa los caudales de los hacendados, pues lleva botonadura de plata. Además del poder económico, los charros ostentaban un poder social importante como dueños de grandes extensiones de tierra productoras.

 

El charro, en México, es un jinete, alguien que practica la charrería, que está considerada como el deporte nacional en México. Recientemente la charrería ha tomado un gran auge; actualmente, y ya como actividad competitiva y reglamentada,1 encuentra su manifestación auténtica en este país, basada en las prácticas y ecuestres desde la Colonia hasta la Revolución mexicana.

Etimología

Charro está documentado en el siglo XVII (1627) como sinónimo de ‘basto, tosco, aldeano, de mal gusto’2 y lo atribuye a la palabra del euskeratxar ‘malo’. Este origen es el que reproduce la Real Academia.3

Origen

En el Virreinato de la Nueva España, a los indígenas les estaba prohibido montar o poseer caballos, con excepción de los tlaxcaltecas nobles y otros caciques aliados y sus descendientes.

Para las labores de ganadería, sin embargo, era necesario emplear vaqueros preferentemente mestizos y en pocos casos indígenas; entre las condiciones para otorgarles permisos para montar estaban el ser empleados en un hacienda, utilizar sillas distintas a las militares y vestir con cuero o gamuza por lo que a éstos vaqueros se les llamaba «cuerudos».

Con el tiempo, tanto los terratenientes como sus empleados conformaron, primero en el centro de México y después en casi todo el país, un estilo hípico nuevo adaptado a las características de este variable y accidentado territorio.

Después de la independencia, proliferaron los hombres «de a caballo» propietarios de pequeñas granjas y arrendadores independientes que por su condición de mestizos con rasgos mulatos o indígenas eran conocidos como chinacos mientras que a los empleados de las haciendas se les llamaba simplemente «caporales» y «vaqueros».

Los hacendados ricos gustaban de ornamentaciones similares a las de los aristócratas y de los oficiales de caballería en trajes con un corte totalmente distinto haciendo alarde de sus riquezas, mientras que los jinetes menos acaudalados los hacían adornar con bordados de «pita» proveniente de la fibra del maguey o con grecas y calados en gamuza.

El general Ignacio Zaragoza en 1861, durante el gobierno de Benito Juárez, crea el primer «Cuerpo de Rurales», que eran auxiliares del ejército así como encargados de perseguir asaltantes de caminos y poblados rurales. Durante período de Porfirio Díaz, se caracterizaron por garantizar la seguridad y también por sus abusos. Eran jinetes muy experimentados y estaban uniformados con trajes de charro de color gris y sombrero. Sus armas las componían el machete, la reata, pistola, carabina de montar y una larga lanza; temibles en el uso de esta última, se dice que «con el lazo y con la lanza se forjó el Charro»

Para mediados del siglo XIX, los de a caballo en México se enfrentaron en la Guerra de Reforma, los charros de abolengo se acercaron al príncipe extranjero Maximiliano de Habsburgo que buscaba rodearse de ellos para integrarse a México y a sus tradiciones, incluso se le atribuye la modificación al pantalón de charro. Por otra parte, los plateados, que eran rancheros acaudalados pero liberales y los chinacos peleaban por la República.

El marqués de Guadalupe Gallardo, Carlos Rincón Gallardo es considerado el padre de la charrería y es antepasado de muchos charros notables y jugadores de polo.

El personaje histórico más representativo del charro mexicano, es el General Emiliano Zapata, quien aún antes de la Revolución era conocido en la región del Sur de México por ser un extraordinario jinete y arrendador de caballos.

Se dice que la charrería se originó en los estados de Jalisco y México, pero es hacia la década de 1930 con la migración del Campo principalmente hacia la Ciudad de México cuando surge la Charrería como un deporte reglamentado y se construyen los Lienzos Charros.

Características

La silla de montar mexicana, que es hija de la española y nieta de la árabe, no obstante el hecho de que es relativamente pesada comparada con otras, es muy cómoda tanto para el caballo como para el jinete y básicamente se conforma por un «fuste» o esqueleto de madera, cuerajes y estribos entre otros accesorios.

Existen tan bellas sillas de montar que son auténticas obras de arte: de cuero talabarteado o amartelado que forman figuras en todas sus elementos o arreos; las hay con molduras de plata, con hiladuras de colores que alegran y embellecen los arreos, y se suelen acompañar de tientos, donde se atan y cuelgan lo mismo un machete que una cuarta o un fuste, un rifle o un gabán.

Los arreos y avíos del charro o vaquero mexicano fueron copiados por el cowboy o «buckaroo» estadounidense (la propia palabra «buckaroo» es una transcripción espontánea de la fonética de «vaquero» en labios anglosajones), luego de la colonización del territorio mexicano perdido a manos de los E.E.U.U..

La silla de montar tejana está también basada en la silla mexicana de los chinacos.

Durante la Revolución mexicana el caballo criollo mexicano prácticamente desapareció, debido a su excesivo uso durante el combate.

Así que los caballos más utilizados para la charrería son el Cuarto de Milla, de origen norteamericano y el Caballo Azteca que es una raza reciente.

El caballo charro debe ser de mediana alzada, muy fuerte, de temperamento noble y veloz.

La «reata» o soga de lazar es indispensable para la charrería así como las espuelas, chaparreras y el traje de charro.

Traje de charro

Detalle de un traje de charro de grecas con corbatín y sarape.
 Las haciendas, hasta principios del siglo XX constituían en la práctica pequeños feudos con jerarquías más o menos rígidas, esto también se hacía evidente en la indumentaria: el traje de faena que el patrón y los varones de su familia utilizaban eran más lujosos y en ocasiones con colores distintos.
Los charros más ricos usaban los atavíos de sus antecesores que cabalgaban «a la Jineta».
Después adoptaron la indumentaria que consistía en un «coleto» que era una chaqueta muy corta, pantalones bastante amplios con tapabalazos; calzoneras de casimir, con botones de plata en los costados y en los tapabalazos; y en la parte inferior que dejaba al descubierto del calzón, este lucía bordado, deshilado y otras delicadas labores, generalmente criollos vestían de lana con ornamentos en plata y los más modestos adornaban sus trajes con grecas de gamuza.
Por otra parte, los peones (empleados «de a pie») se conformaban con manta de algodón y huaraches como calzado en lugar de botas.

 

Detalle de las grecas de un pantalón de charro.

Las principales creadoras de esta vestimenta del vaquero mexicano y del caporal han sido las mujeres del campo, quienes con gran habilidad e ingenio echaban mano de materiales menos lujosos que los de los patrones de sus maridos e hijos para confeccionarles prendas resistentes tanto como hermosas.

Una prenda muy importante son las chaparreras. Por chaparreras se entiende una prenda de vestir útil para realizar ciertas faenas del arte de la charrería; no se ha de olvidar que la práctica del manejo de animales mayores en México fue el origen de lo hoy es llamado arte de la charrería.

No es un mero folklore ni un juego sino el resultado del manejo de los animales para herrarlos y agruparlos para conducirlos bien al matadero o otros lugares lejanos, para vacunarlos u otros menesteres.

La chaparrera es pues un faldón de cuero que se ata con correas a la cintura por la parte trasera y penden de él dos tiras amplias de cuero recio que a su vez se atan, con cintillas o botonadura, por atrás de las piernas, los muslos, y llegan a cubrir casi hasta los tobillos formando como una coraza protectora a la hora de realizar suertes a caballo.

Tumba de José Alfredo Jiménez, en el cementerio de Dolores, muestra dos símbolos mexicanos: el sarape y el sombrero de charro.
Un ejemplo de su uso es el protegerse de los «chaparros» o arbustos -de allí su nombre-, que al cabalgar o trabajar en el campo rozan con la pierna y rasgarían el pantalón si no fuera por esa protección «chaparrera» de las ramas bajas y espinadas o inclusive alambres de púas.
En la suerte de los piales -además- la reata suele rozar con el muslo, cosa que de no ser por la chaparrera se quemaría la ropa y el muslo con la fuerza del tirón tan fuerte para derribar el animal.

Además, cubre un poco más la parte interior del muslo que roza con el fuste de la silla y, que con el mucho montar y ejetreo, llega a producir llagas severas.

Los chinacos usaban un sombrero plano parecido al andaluz.

Calzón de manta largo cubierto por otro pantalón abierto de los lados exteriores los cuales eran abrochados por una botonadura que dio lugar a la que posteriormente han usado los charros mismos que en aquel entonces tenían una indumentaria similar a la del chinaco, pero más ostentosa.

Con la Revolución mexicana esta vestimenta se «democratizó» y pasó a ser el atuendo nacional.

Descripción

El traje de charros reglamentado, que puede ser de faena o de gala, debe ser confeccionado con lana, gamuza o la combinación de ambos materiales. Consta de pantalón, chaquetilla, camisa (en ocasiones chaleco), botines y corbata de rebozo.

Los colores permitidos son toda la gama de café, azul oscuro, marrón, gris y verde seco los cuales contrastan con las «grecas» o calados y las botonaduras. También se utiliza el rojo oscuro mezclado con negro únicamente en el pantalón de caporal y en los complementos de la montura. Colores como el blanco o el rosa están proscritos.

Los botines deben ser del color del cueraje de la silla, es decir miel, café o bayo. El traje negro es solamente para bodas o funerales y es el único que debe llevar botines negros.

La camisa, que puede ser de cuello militar conocida también como «pachuqueña» o cuello civil también llamado «cuello doblado», dando preferencia al blanco y al color hueso, el color rosa y negro están proscritos.

Sombrero de charro

Diferentes tipos de sombreros y algunos de charro.
El famoso sombrero está hecho de fieltro de lana, de pelo de liebre o de paja de trigo y es una auténtica protección para el brillante sol de Jalisco y para la caída desde el lomo de un caballo.
Por eso el verdadero sombrero de charro es de ala ancha, levantado de la parte posterior; lleva en la copa cuatro «pedradas» que le dan resistencia en caso de impacto.
Para ese último caso es mejor el sombrero hecho de palma, que es más sólido sin ser demasiado pesado.

De acuerdo a la región presenta variantes: en las zonas más secas, el ala es más ancha que en las zonas boscosas, y en aquellas con mayor humedad, los materiales son más frescos y ligeros que en las tierra altas.

Suelen adornarse generalmente con toquillas y ribetes bordados o «calados».

Los tipos de sombrero más usados son: el «San Luis Moderado», «Pachuca», «Cocula», «Hacendado», Etc.

Un sombrero de charro verdadero se manda hacer con artesanos especializados y es muy distinto al que se vende en las tiendas de «souvenirs» para turistas.

Se pueden añadir más usos del sombrero charro.

Para quienes lo han usado saben los múltiples usos y beneficios de su diseño. Algunos pueden ser: no sólo cubrir del brillante sol sino igualmente del viento y, sobre todo, del polvo; con él se atiza un fuego como se apaga si se enciende el campo; se ataranta una víbora y luego se la mata; se realiza un bonito lance a un toro bravo que sale por el monte y se le esquiva; se le da de beber a un cuaco o a cien que hubiera; se cubre el anonimato antes de un lance de amor o de librarse de un enemigo; se utiliza como escudo en la defensa de un ataque a machete o navaja, tomándolo del barbiquejo; cubre estupendamente de la lluvia que, con manga de paja o lona ahulada, es el mejor paraguas a pie o a caballo; en jaripeo, sobre todo de toros cebú, protege de los peligros de una cornada y, en caso de caída, hace las veces de casco; y otros usos se que podrían añadir por quienes lo han utilizado en el campo.

Contexto social

Ya a fines del siglo XIX charro era sinónimo de jinete muy diestro o experimentado.

Uno era el rico terrateniente y otro el peón de hacienda, si bien ambos usaron sombrero ancho durante mucho tiempo.

El charro al ser terrateniente o empleado de confianza de éste (dueño de la tierra), tenía generalmente un estatus social «superior» al de los otros campesinos.

Durante los siglos XIX y XX los jinetes que no pertenecían a las clases altas mexicanas eran conocidos como «chinacos«, es decir mestizos en recuerdo de una de las castas del periodo virreinal.

El amansador o el vaquero jornalero (hábiles jinetes) aún siendo humilde contaba con el prestigio de ser mejor «cotizados» como empleados que cualquier otro tipo de trabajador y vestían trajes de charro semejantes a los de los patrones.

Con excepciones notables como la del mismísimo caudillo revolucionario Emiliano Zapata o Benjamín Argumedo el charro actual, es en muchos casos conservador y con frecuencia reaccionario.

Por eso, en el sindicalismo mexicano se le llama «líder charro» a aquel que representa los intereses del patrón y no de los agremiados.

(Una curiosa paradoja es el caso del Jorge Negrete quien en el cine representaba al charro, pero como sindicalista fue notable por su honestidad y por las conquistas laborales que logró en su tiempo.)

Los caballerangos, herreros, pastores y arrieros no eran considerados necesariamente charros, pero aspiraban a serlo.

De manera bastante similar al servicio personal en la España medieval, en las haciendas mexicanas, los charros tenían un prestigio caballeresco al cual muchos de los vaqueros buscaban acceder.

El discurso oficial de las primeras décadas del siglo XX estableció al charro como «arquetipo del mexicano al lado de la china poblana, aun cuando la pareja original de ésta fue el chinaco«.

Bien aceptado por las diversas clases sociales que lo identificaban, ya sea como emancipación del indígena o «indio alzado» (o montado) y al mismo tiempo como la herencia hispana y ostentosa pero romántica.

No obstante el origen clasista del charro mexicano, en la actualidad, en los equipos que practican la charrería hay atletas tanto humildes como acaudalados que destacan por su desempeño en un ambiente de igualdad (al menos) durante las prácticas y encuentros.

En las zonas rurales, la posición social del charro ha sido emblemática, aunque desde hace varias décadas, con la influencia globalizadora han cambiado mucho las cosas.

El fenotipo más común en el charro es el del criollo y el mestizo con facciones predominantemente ibéricas, variando desde luego en cada región: en Jalisco hay charros de tez clara a morena clara; en la costa del golfo los hay con rasgos mulatos y en el sur se ve más el tipo indígena.

Curiosamente una buena parte de los descendientes de inmigrantes libaneses y sirios se ha integrado al ambiente de la charrería.

Existen en Estados Unidos asociaciones de Charros, tanto aficionados como profesionales, debido a la enorme población de origen mexicano en ese país.

Cultura y espectáculo

Juego: Los Charros Contrabandistas 1890-1917. Litografía de Antonio Vanegas Arroyo.
 El Charro cancionero y alegre del cine mexicano no es tan ficticio como sus críticos pretenden, ya que antes de la era de los medios masivos de comunicación, la gente del campo se entretenía haciendo música y bailes, esto es la fuente del folclore.

En México la cultura de la fiesta y de la convivencia, hicieron del charro un personaje alegre, un tanto fanfarrón y un ente completamente social a diferencia del (parco) aunque también machista vaquero estadounidense.

La influencia de la cultura de la charrería esta presente en el México actual en múltiples expresiones, por ejemplo la palabra lana como sinónimo de dinero ya que esta fibra era distintivo de las clases dominantes en el campo.

Expresiones como «no te bajes del caballo» o sea: «no cedas»; o bien el imperativo «picale» (con las espuelas al caballo) para significar «corre» o «apúrate».

Este «pícale» también ha derivado en «ándale» con la misma función.

Los cuadros del pintor Ernesto Icaza retratan diversas escenas de charrería en el campo, documentando las costumbres y características de la charrería de finales del Siglo XIX y principios del XX.

En el cine, el charro ha sido tema tan recurrente como el «cow-boy».

Algunos de los charros cinematográficos han sido: Pedro Infante, Luis Aguilar, Javier Solís, Tito Guízar, Miguel Aceves Mejía, Francisco Avitia entre otros.

El particular charro de México Antonio Aguilar originario de Zacatecas quien era un autentico charro y no solo actor, excelente caballista que con sus espectáculo ecuestre dio a conocer la charrería con giras por diferentes países junto con toda su familia, en sus películas se le puede ver practicando diferentes suertes sin efectos de cámara como: lazar, colear, calar, y hacer pasos de la muerte.

También sus hijos son excelentes charros Pepe Aguilar y Antonio Aguilar JR. a quienes en las películas también se les ve efectuando suertes charras

Jorge Negrete, el Charro Cantor es considerado el mejor representante del charro mexicano en el cine.

Notable por sus brillantes espectáculos ecuestres ha sido Antonio Aguilar posiblemente el último representante genuino del charro en la industria del entretenimiento, misma que en las últimas décadas ha contribuido a la distorsión del concepto y de la imagen del charro en telenovelas de baja calidad y con cantantes puramente comerciales, con poco o escasísimo contenido cultural.

En muchas mujeres de hispanoamérica aún produce suspiros el charro, el rejoneador o el gaucho, tal vez por que en el incosciente colectivo representan la virilidad primitiva.

Aún cuando México se caracteriza por su riqueza y variedad folclórica, la imagen del Charro unifica a México debido a que su uso no ha estado limitado a una sola región y a que representa el mestizaje mismo que se considera la base de la identidad mexicana.

La mujer en la charrería

Escaramuza charra realizando trenza.
 Las Asociaciones de Charros, a la manera provinciana y tradicional eligen una «Reina de los Charros» cada año, que, es una joven perteneciente a una asociación o a una región que comprende varias asociaciones.
Su función es social y son encargadas de inaugurar temporadas o festejos.

 

En un contexto con cada vez más equidad de género, la amazona es una deportista activa en el medio de la charrería y su principal disciplina es la escaramuza charra.

Para esta se utiliza una montura llamada albarda charra.

Hay mujeres que practican otras suertes también muy intrépidas y espectaculares.

Véase también

Referencias

Bibliografía

  • El libro de charrería. José Valero Silva, 1989. México, D.F. Gráficas Montealbán.
  • La equitación mexicana. Carlos Rincón Gallardo y Romero 1923. La Habana: J.P. Talavera.
  • Charrería mexicana: an equestrian folk tradition. Mullen Sands, Kathleen 1993. University of Arizona Press.
  • Gran enciclopedia de España y América, Varios Autores. Madrid, Espasa Calpe, 1990
  • Orígenes del charro mexicano. Álvarez del Villar, José 1968.
  • Reglamento General de Competencias Charras, 2006. Federación Mexicana de Charrería, A.

Charrería según wikipedia

La charrería es el conjunto de destrezas, habilidades ecuestres y vaqueras propias del charro mexicano. Todo ello conforma un deporte espectáculo de gran popularidad y raigambre en México. La charrería se desarrolla en ruedos similares a las plazas de toros llamados lienzos charros.

Desde el 1 de diciembre de 2016 es Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, tras ser ingresada en esta lista representativa en la reunión del Comité Intergubernamental de la Unesco para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial, celebrada en Adís AbebaEtiopía.1

El término deriva de charro, sinónimo de jinete. Esta palabra tiene diversos orígenes: se utiliza en Salamanca (España) como un gentilicio local que proviene del idioma vasco «txar» o «rústico»; también podría provenir de «chauch» que en el mozárabeandaluzsignificaba «pastor» o «jinete». Se considera más probable que esta última es de la que probablemente derivan tanto «gaucho» como «charro».2

 

La charrería, arte ecuestre y jinete tradicional de México
UNESCO logo.svgUNESCO-ICH-blue.svg


Nombre descrito en las Listas del patrimonio cultural inmaterial

CharroOutfitsNoreste15.JPG
País Flag of Mexico.svgMéxico
Tipo Cultural inmaterial
N.° identificación 01108
Región América Latina y Caribe
Año de inscripción 2016 (XI sesión)
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Historia

Tiene sus orígenes en el momento en el que se le permite a los naturales Novo Hispanos, el montar a caballo.

Con la condición y bajo severas penas físicas, de no utilizar ningún tipo de montura o arreo europeo, los nativos se vieron en la imperiosa necesidad de idear su propia forma de montar, amansar y arrendar a los equinos,  pues les era necesario para poder trabajar con los vacunos de acuerdo a lo indicado en las ordenanzas de la Mesta de 1574 donde se establece que a cada estancia de ganado mayor por cada 2,000 cabezas de ganado se permitirá tener 4 Indios o negros,  2 a pie y 2 a caballo con un estanciero español o criollo.

Previo a esto los únicos naturales novohispanos que tenían permiso de la corona,  para montar a caballo,  fueron el cacique de Zempoala y los 4 señores de TLAXCALA, así como sus descendientes (Zempoaltecas y Tlaxcaltecas), quienes apoyaron al ejército de Hernán Cortés en la Guerra contra los mexicas (guerra de conquista).

Aquí es donde se establece el nacimiento de la charreria y la Escuela Hípica Mexicana. La cual es única y ha establecido la base para otras escuelas hípicas, como la Norteamericana o Texana (Cowboys) y la Argentina (Gauchos).

En cuanto a la situación  geográfica de dicho acontecimiento existe cierta polémica, pues por la propaganda cinematográfica de principios a mediados del siglo XX, se dice que fue en el actual estado de Jalisco,  lo cual en definitiva NO OCURRIÓ ASÍ, lo único que se podría considerar a la entidad, es la primera agrupación de charros no oficial (por no tener acta Constitutiva en el momento de su creación) en 1919 CHARROS DE JALISCO qué se empezaron a reunir de manera informal.

Posterior a esto en 1921 se constituye la ASOCIACIÓN NACIONAL DE CHARROS en la actual CIUDAD DE MEXICO.

Por lo tanto el nacimiento de la charrería se dio en el reino de la Nueva España y comprendía prácticamente todo el centro del país, desde el Océano Pacífico al Golfo de México, y desde San Luis Potosí hasta el istmo de Tehuantepec.

Su centro político y económico fue la ciudad de México.

Una posterior división político geográfica, situaría la cuna de la charrería entre la intendencia de México y el gobierno de Tlaxcala.

Ya que debido a las extensiones de tierra tan grandes qué existían en la época,  las estancias en la zona de  los llanos de Apan, qué fueron las primeras ganaderías novohispanas.

Abarcaban linderos en los actuales Estados de MÉXICO (MUNICIPIO DE OTUMBA) , HIDALGO (MUNICIPIOS DE APAN, TULANCINGO, TEPEAPULCO) Y TLAXCALA (MUNICIPIO DE CALPULALPAN) .

¿Quiénes son los Charros? 

Inicialmente aquellos primeros naturales autorizados y sobre todo los criollos y mestizos novo hispanos,  en un principio llamados cuerudos por su tipo de indumentaria y debido a que fueron los primeros en recibir una pequeña extensión de tierra por sucesión testamentaria de su ascendencia española pero sin ser considerados Españoles, a pesar de la consanguinidad,  pero tampoco como indios, viendo a los primeros como algo superior y lejano,  pero a los segundos como algo diferente más no inferior.

En esas tierras que les asignaba la corona, la mayoría de las veces nacían y morían,  surgiendo así el más sincero amor por el «Terruño» y el más puro sentimiento de patriotismo.

Lo que les llevó a tener Importantes participaciones en los diferentes conflictos de los siglos XIX y XX como fueron desde las guerras de independencia,  reforma, 2 intervenciones francesas, revolución, guerra cristera y movimiento agrarista.

Motivo por el cual en la actualidad y desde 1934 el charro es considerado 1er reserva del ejército mexicano.

A principios del siglo XIX,  a los cuerudos se les llamaba chinacos, nombre de clara raíz náhuatl derivado de tzinacan (“murciélago”).

Estos hombres de ascendencia afromestiza y reconocidos por su valor en el combate recibían este nombre debido a que al igual que, los murciélagos, durante el día se ocultaban en cuevas y grutas, y salían a luchar sólo por la noche.

Características

En el entendido de que no podían vestir ni montar como españoles,  para empezar su manera de montar comenzó en una salea de borrego con la lana hacia el lomo del equino y un bozal, al paso del tiempo y por la comodidad del manejo del ganado mediante lazos más que de garrocha y puyas.

Se adaptó el fuste con cabeza,  para facilitar el uso de los mismos lazos; lo que da el sello de la montura mestiza novo hispana o mexicana, qué es el fuste con cabeza, siendo esta la primera montura de trabajo, pues todas las europeas y asiáticas al ser de origen bélico, carecen de cabeza.

Sus armas eran la reata, soga o lazo, pistola de pedernal, lanza, fusil de chispa,  daga y sable, espada o machete

En el vestir, inicialmente los indios solo vestían sencilla camisa y calzón de manta.

Para protegerse de diferentes heridas propias del campo y el trabajo con el ganado, cubrieron sus piernas con gamuzas de venado cerrandolas por la parte externa de la pierna y uniéndolas por la cintura, todo atado con correas de la misma gamuza y posteriormente abotonadas con piezas de cuerno; para el pecho una cotona, qué es una especie de camiseta corta hasta un poco abajo de las costillas y sin mangas,  solo unas pequeñas hombreras todo también de  gamuza de venado,  por la resistencia qué está tiene.

Conforme pasó el tiempo evolucionaron estas prendas  en el mismo calzón largo de manta, pantalones fijados por un ceñidor, abotonados por ambas piernas en su parte externa  de la cintura a la rodilla,  quedando abierto de la rodilla al tobillo,  pero ya protegiendo del pie hasta casi la rodilla,  con botas de campaña, qué ya permitían el uso de la espuela.

La cotona con camisa de manta derivó dependiendo de la situación  económica hasta en camisas de olánes con chalecos y chaquetillas, siempre con un paño amarrado en el cuello.

Los sombreros qué usaban al principio eran de ala redonda plana y ligeramente ancha, con copa baja y redonda similar a los que en la actualidad usan los picadores en las corridas de toros.

Cabe hacer mención de las actividades de campo qué estos personajes realizaban, pues en su trabajo diario,  para marcar curar y castrar a los vacunos, se lazaban de cabeza y cuartos traseros (terna), a los equinos de cuartos delanteros y traseros.

Después de la labor, venía la faena, pues ya trabajado el animal, los peones y algunos caporales incluso uno que otro patrón, por diversión  lo montaban en diferentes estilos, a los toros para mostrar el valor y fuerza del jinete y a los equinos con el fin de amansarlos también mostrando las habilidades y destrezas del jinete.

En los arreos para llevar el ganado de un lugar a otro, algunos vacunos braveaban y para tal efecto se les tomaba por la cola para derribarlo (coleadero).

A los equinos se les lazaba por los cuartos traseros (piales) y/o delanteros (manganas)

Estas faenas se convirtieron en divertimentos pues era lo único  permitido a criollos, mestizos e indios independientemente de su casta.

Para la época del siglo XVIII ya se presentaban varios movimientos socio-políticos y uno de ellos fue la hoy conocida como historia de los bandidos de Río frío,  en la que Manuel Payno describe una novela situada en principios del siglo XIX aun qué los antecedentes vienen desde finales del siglo XVIII.

Lo relevante de esta historia es que debido a la riqueza de los botines qué los ladrones y salteadores de caminos obtenían y después esparcían con fines económicos, por las distintas comunidades; así fue qué los Chinacos empezaron a cambiar los botones de hueso, cuerno y cintas de gamuza, por lujosas botonaduras e hilos de oro y plata.

Durante la guerra de independencia hay una crónica del general Javier Mina,  quien al encontrarse con el también en aquel tiempo general y posteriormente presidente de México NICOLÁS BRAVO, en la que refirió ver al general mestizo y algunas de sus tropas, ataviados con las ropas propias del hombre de a caballo novo hispano,  muy vistosas pero también muy cómodas para montar.

EL Charro y su evolución

Fue hasta el siglo XIX, durante el 2do imperio mexicano, que Maximiliano de Habsburgo quien se dice amaba profundamente a México,  influyó en el traje mexicano,  cambiando la gamuza por textiles,  cerrando el pantalón, sustituyendo la cotona por sacos y la mascada o paño,  por corbata, la bota de campaña la cambio por el botín de una pieza y los sombreros adoptaron diferentes alturas en las copas.  Dando paso al actual traje de charro mismo que en su versión de etiqueta,  quedó registrado ante las cortes europeas,  como traje de protocolo a la altura de un jaket, un smokin (toxido) o un frac.

Fue en esta época en la que el coleadero tuvo sus primeros reglamentos y difusión internacional, pues según invitaciones enviadas por Don Alejandro Jiménez, real maestro de ceremonias del Alcázar de Chapultepec a los Duques de Regla y Marqueses de Guadalupe, para participar en los coleaderos en el bosque de Chapultepec, organizados por el Emperador y su esposa la Emperatriz Carlota de Bélgica, con el fin de unas visitas de estado.

Sus Armas eran la reata, soga o lazo, pistola Revolver, carabina,  daga y sable o machete.

Porfiriato 

Ya para finales  del siglo XIX y principios del XX, debido al período de paz generado por el general Porfirio Diaz. Los divertimentos de campo mexicanos, se practicaban por todo el país,  siendo lo más representativo el COLEADERO, jineteadero y ternas, qué se practicaba en campo abierto pequeños ruedos o en plazas de toros

Para esta época en cuanto al atuendo, ya los Chinacos eran pocos en México y muchos más en los territorios cedidos a los Estados Unidos. Los charros sin embargo fueron tomando ciertas características propias de las diferentes regiones del país.

Siendo los Estados de Hidalgo (camisola y sombrero de ala pachuqueñas), Tlaxcala (jerga de lana), Jalisco (sombrero de ala cocula o Jalisco), Puebla (sombrero de ala poblana)  entre otras aportaciones regionales.

La Revolución

A principios del siglo XX surgió un gran descontento social por los abusos de muchos terratenientes e industriales,  abusos tolerados por el gobierno del General Díaz quien tras décadas a cargo del país, propicio el estallido armado, encabezado por el Lic.  Francisco Indalesio Madero, apoyado por algunos militares, el bandido Doroteo Arango (General Francisco Villa)  y el Arrendador de caballos General Emiliano Zapata siendo ellos protagonistas de todo el movimiento de 1910 a 1920 quienes comandando  verdaderos ejércitos de campesinos (charros), combatieron en todos lo movimientos; antireeleccionista, federalista, constitucionalista, cristero y agrarista.

La charrería Como deporte surge tras la reforma agraria de principios del siglo XX, como ya se mencionó, cuando los antiguos terratenientes emigran a las Ciudades principalmente de México y Guadalajara.

En ellas se organizan en asociaciones de charros que gradualmente se extendieron por todo el país dando lugar en 1933 a la Charrería Organizada con  la fundación de la Federación Nacional de Charros.

Esta práctica está basada en las actividades tradicionales de la ganadería, como ha sucedido en otros casos las actividades ecuestres y ganaderas son el origen de varios deportes en países de América y del resto del mundo como: el rodeo estadounidense, coleadero, rodeo chileno, gauchadas, corridas de toros, barrideras, entre otros.

La escaramuza charra

Así vemos por ejemplo la escuela árabe de la Jineta. La presencia de estos pequeños grupos a los que llaman «cuadrillas» por los escasos elementos que la integran, se remonta a varios cientos de años.

A estos mismos grupos pero más numerosos y evoluciones más complicadas se les aplicaba el vocablo «carrusel», ambos nombres en completo desacuerdo con nuestro léxico charro, como también el de «escaramuza», sin embargo los dos últimos fueron los que llegaron para quedarse cuando hace cinco décadas su presencia quedó bien establecida al conjugarse una serie de factores para su aceptación.

La charreada de hoy en día recibe el toque femenino cuando la mujer a caballo ejecutan sus espectaculares circunvoluciones en la charreada.

Son ocho mujeres montadas a caballo ejecutando ejercicios como es el abanico, la coladera, combinado, la escalera y la flor.

La escaramuza deberá portar un traje de «adelita» o ranchera.

En el momento en que comienza la actuación, las ocho integrantes realizan lo que es el desfile con la marcha de Zacatecas, en donde rezan y comienzan lo que son las puntas en donde la mujer a caballo llega desde el fondo del partidero a toda velocidad para luego jalar a una mano o dos y así el caballo presentar la punta raya.

Se monta «a mujeriegas», es decir, de lado, en una albarda de origen europeo que a través de los años tomó las formas propias de la charrería en una evolución que data de más de cien años e iniciada en países de Europa y África.

En cuanto a grupos ecuestres mexicanos he encontrado las referencias de un grupo de ocho «Mexican Señoritas» que participaban en las giras del «Healy and Bigalow Company’s Medicine Show», que producía el Pawnee Bill Will West Show en el año de 1887, en el que realizaban peligrosos y arriesgados movimientos a caballo. En un cartelón de la época se puede apreciar.

En 1890, Pawnee Bill presentó otro espectáculo al que invitó a varios mexicanos que presentaban una carrera parejera a caballo.

A pie ejecutaban un «bailable a caballo» (Mexican Contradance) formado por varias parejas; también, los acompañaba un lazador llamado José Barrera y una banda de doce músicos.

El primer caso nos habla de un grupo femenino que puede ser considerado como el precursor de las escaramuzas, y el segundo, iniciador del carrusel charro integrado años después específicamente en 1953, por niños y niñas de la Asociación Nacional de Charros.

La actividad de los grupos antes citados y de la charrería en general, se vio interrumpida durante los años que duró la Revolución Mexicana, para después renacer con mayor brío y algunas modificaciones.

Se forman asociaciones estableciéndose en varios estados de la república mexicana; en sus actividades participaban los socios que provenían de las haciendas ganaderas que se habían refugiado en las grandes ciudades durante la contienda bélica, así como charros de nuevo cuño que trataban de aprender cómo ejecutar las faenas vaquerizas contratando a charros profesionales para ello.

Primera reina y capitana de la charrería

Se empezaron a impartir clases a las que asistían desde los pequeños vástagos. En tanto las damas, fuera de algunos grupos como los de San Luis Potosí, Guadalajara y Morelia, se abstenían de asistir a los ranchos charros por el ambiente tan bravío postrevolucionario que existía.

La Asociación Nacional de Charros trató de vencer esta situación al nombrar en el año de 1925 a su «Primera Reina y Capitana», la Srita. Ana María Gabucio y Sánchez Mármol, estableciendo además, la primera Escuela Charra al mando de Rodolfo Rodríguez.

Años más tarde, bajo el patrocinio de la Metropolitana, se funda la Asociación Metropolitana de Chinas en 1933, integrada por las esposas, hermanas e hijas de los mismos socios, las que también ayudaron en todas las actividades a sus esposos y padres, estableciendo otra escuela de equitación charra al mando del entonces capitán José Ignacio Lepe fundó el grupo de Damas Charras del Círculo de Amigos Charros de Villa Obregón (San Ángel) que se presentaban, junto con los charros, en festivales y desfiles.

Una crónica de la época relata que se presentaban: «Muy bien montadas, elegante y vistosamente ataviadas como charras, ejecutaban algunos ejercicios al paso, al trote y al galope».

Algo parecido a lo que años antes había organizado Lepe con los charros «Guardabosque» del Escuadrón Montado de la Policía del Distrito Federal.

Los antecedentes inmediatos de las actuales Escaramuzas Charras, que ejecutan sus movimientos siempre a galope y por lo regular vestidas de Adelitas habían echado raíces junto con otros factores indispensables para su surgimiento.

Nada aparece en forma espontánea, siempre es indispensable una evolución y el momento propicio para ello.

Varias mujeres comenzaron a mover los caballos montadas a mujeriegas, tan bien o mejor que los hombres.

En el grupo de San Ángel había un ramillete de amazonas entre las que figuraban Alicia Sarmienta y Lily Romero, quienes se daban el «quién vive» en tan arriesgada ejecución contra Edith Calcáneo y Lupita Monroy, rivalizando con la representante de la Nacional, la gentil Malena Lucio.

Sin embargo, a pesar de estos ejemplos de pundonor, vergüenza, habilidad, gracia, belleza y señorío, los charros siempre se oponían a que las mujeres compitieran en charreadas formales.

Pero no pudieron impedir su participación cada vez más mayor en el medio charro, que aunado al creciente número de niños y niñas que iban a practicar a la escuela charra, crearon las condiciones propicias para el gran cambio que tuvieron las asociaciones en su estructura y la charrería en general, a la que en forma definitiva se integraría y participaría toda la familia.

En 1952, don Everardo Camacho Mora, Presidente de Asociación Nacional de Charros, se dio a la tarea de reglamentar y ampliar la Escuela de Charrería, que hasta ese entonces habría tenido un único maestro, «El San Luis», nombrando ante la gran cantidad de alumnos a otros dos instructores: Luis Ortega y Rafael Ramos.

A Malenita Lucio le había tocado en suerte iniciar este gran paso. Ella montaba inicialmente en un club hípico, pero bajo la instrucción del Gral. Manuel Mercado, cambió al estilo charro, convirtiéndose de 1947 a 1953 en la menudita y graciosa estrella de la Nacional, calando en casi todas las fiestas de la asociación en forma maravillosa, y a manera de diversión, durante las prácticas, jugaban con los niños y niñas charras, a «La Roña», «Los Encantados», y a «Lo que hace la mano hace la otra», montando a caballo.

A Luis Ortega se le confió la instrucción del conjunto y puso en práctica los movimientos que había observado en los grupos de la policía montada y a las cuadrillas mixtas formadas por veinte parejas en los Estados Unidos: vistosas evoluciones en perfecto orden y uniformidad.

Pronto empezó a presentar al pequeño «rebaño» ante el público de México.

Fecha memorable en los anales de la charrería organizada el 7 de marzo de 1953, cuando se presentaron al público esos niños de 5, 6 y 7 años que aportaban algo nuevo, un arte distinto en la doma y a la monta a la usanza mexicana.

Había nacido el «Carrusel Charro», fecha que más tarde sería reconocida como el día de las Escaramuzas.

El reglamento

Los charros deben cumplir con un estricto reglamento para la práctica de su deporte en el cual se sancionan de manera positiva y negativa, todos y cada uno de los movimientos de los competidores y cabalgaduras, así como su vestimenta y arreos.

Cuentan incluso con un riguroso protocolo para iniciar las celebraciones y los encuentros entre equipos. El traje nacional de México es el atuendo Charro, mismo que con frecuencia ha sido desvirtuado por personas de la industria del espectáculo hasta volverse sinónimo de mal gusto.

El Traje consta de; pantalón de corte charro sin bolsas traseras, chaqueta y chaleco en caso de los trajes de media gala, gala, gran gala y etiqueta, camisa pachuqueña de colores serios y corbata de moño, chaparreras de cuero que se colocan por encima del pantalón (Excepto con el traje de etiqueta), sombrero de ancha lorenzana de copa alta, sencillo, bordado o galoneado, botín charro y espuelas. Tiene varias categorías al ser de Faena, de Media Gala, de Gala, de Gran Gala y de Etiqueta. Por todo el mundo los grupos de Mariachi así como algunos cantantes folclóricos utilizan un traje parecido.

En una charreada muchas veces se incluyen las escaramuzas, que son evoluciones coreografiadas, a galope o a trote ligero ejecutadas por mujeres que montadas en albarda de lado al estilo amazona y ataviadas con el traje de Charra, Adelita o de ranchera mexicana compiten en equipos ganando por puntuación; también se les conoce como Escaramuza charra.

Cada año en una sede diferente se realiza el Congreso y Campeonato Nacional Charro en el que se reúnen y compiten los mejores equipos charros, las mejores escaramuzas y los mejores charros completos, tanto de México como de los Estados Unidos.

Tipos de suertes charras

Cala

Esta faena es la demostración de la buena rienda y educación del caballo charro y comprende: buen gobierno, estribo, mansedumbre, andadura, galope, carrera, ceja y posturas de cabeza y cola. Consiste en que el caballo corra a toda velocidad y se frene en un solo tiempo y a esto se le llama punta. Después vienen los lados donde el caballo tiene que girar sobre su propio eje apoyado en una sola pata así hacia los dos lados. A continuación vienen los medios lados donde tiene que hacer lo mismo pero a la mitad y al final de esta suerte tiene que caminar hacia atrás hasta la línea de los cincuenta metros.

Esta suerte charra es la considerada de las más importantes dentro del deporte nacional por excelencia, ya que en esta se demuestra la conexión (comunicación) que existe entre el charro (jinete) y el caballo. Se consumó oficialmente como deporte nacional en el Siglo XX.

Así mismo es demostrado si el caballo esta cómodo o algo le incomoda algún tipo de arreo que se utiliza para su manejo.

Piales

La faena de los piales en el lienzo, consiste en detener a una yegua que saliendo por la puerta del partidero y desplegando su carrera por el lienzo es lazada exclusivamente de sus cuartos traseros por un charro que montando en su cabalgadura amarra su reata en la cabeza de la montura para chorrearla según sea necesario restándole paulatinamente la velocidad a la yegua bruta hasta remachar su reata deteniendo así totalmente la carrera del animal.

El charro debe de tener cuidado que la reata no traiga vueltas atoradas por que le puede volar dedos.

Hay diferentes tipos de piales, algunos de ellos son el pial de piquete, pial floreado, y el pial rompechaqueta. el pial de piquete consiste en tener la lazada al suelo y al momento de pasar la yegua lanzarla con fuerza hacia las patas traseras de la yegua, el pial floreado consiste en hacer un pequeño floreo momentos antes de pasar la yegua y al momento de pasar el animal tirarla a las patas traseras, el pial de rompechaqueta consiste en colocarse el charro con su caballo de espaldas a donde la yegua pasará y haciendo un remolineo contrario para que al momento que pase la yegua coloque la soga en las patas traseras de la misma.

Colas

La faena del coleadero consiste en que un charro montado en su caballo esperará en la puerta del embudo del partidero la salida de un toro, al que después de saludar y pachonear lo tomará de la cola para enrredarla en la pierna derecha, el coleador y posteriormente adelantar la carrera de su caballo al tiempo que lo abre estirando al toro hasta conseguir derribarlo, desarrollando todas estas acciones, en una distancia máxima de 60 metros.

Jineteo de toro

Esta faena consiste en que un charro monte a un toro con la finalidad de permanecer montado en él hasta que el toro deje de reparar, para ello se encajonará al toro y con un equipo de auxiliares, los cuales deberán vestir correctamente de charros, hasta dos apretaladores por dentro del ruedo para estirar el pretal, pudiendo contar hasta con tres ayudantes por dentro de los cajones para sostener la cabeza del toro, apretalar y sujetar del cinto al jinete, para que pueda montarse y acomodarse, el mismo dará la indicación para que se abra la puerta del cajón, la faena inicia en el momento en que los jueces dan la orden para contabilizar el tiempo para apretalamiento, y termina cuando el toro deja de reparar es entonces cuando el jinete cuenta con 3 minutos para bajarse cada minuto ahorrado cuenta como punto.

Terna en el ruedo

La faena de la terna en el ruedo consiste en que tres charros lazadores montados a caballo y en una condición de equipo deberán lazar a un toro, pialarlo y derribarlo.

Para hacerlo dispondrán de tres oportunidades cada uno ya sea para lazar la cabeza del toro o pialarlo, participarán obligatoriamente en forma alternada, después de intentar su oportunidad el primer charro, la intentará el segundo y posteriormente el tercero, y así sucesivamente hasta agotar sus oportunidades.

Podrán intentarse lazos y piales floreados o sencillos.

Jineteo de yegua

Esta faena consiste en que un charro monte a una yegua con la finalidad de permanecer montado en el lomo del animal desde su salida del cajón hasta que deje de reparar, para ello, se encajonará al equino y con un equipo de auxiliares los cuales deberán vestir correctamente de charros, hasta dos apretaladores por dentro del ruedo para estirar el pretal, pudiendo contar hasta con tres ayudantes por dentro de los cajones para sostener la cabeza de la yegua, apretalar y sujetar del cinto al jinete, para que pueda montarse y acomodarse, el mismo dará la indicación para que se abra la puerta del cajón, la faena inicia en el momento en que los jueces dan la orden para contabilizar el tiempo para apretalamiento, y termina cuando el charro se desmonta por cualquier razón.

Manganas a pie o a caballo

Las manganas consisten en que un charro situado en cualquier lugar del ruedo a una distancia mínima de cuatro metros de la barda perimetral, después de florear su reata lace los cuartos delanteros del equino que siendo arreado por tres charros montados a caballo desarrollará su carrera, una vez manganeado (lazado de las manos), el charro manganeador lo estirará con su reata para derribarlo.

El tiempo para ejecutar las manganas tanto a pie como a caballo será de 7 minutos ininterrumpidos, solamente se detendrá el tiempo por causa de un accidente o por que la yegua brinque o salga del ruedo, de no ser así, no se detendrá el cronómetro.

Paso de la muerte

Esta faena consiste, en que un charro montado en caballo manso y a pelo (sin silla), a todo galope armará el brinco para cambiar del caballo manso o yegua que desarrollará su carrera siendo arreado por tres charros en sus respectivas cabalgaduras, el jinete ejecutante de la faena se sujetará exclusivamente de las crines del animal bruto hasta dominarlo y desmontarse.

El pasador se encuentra en suerte desde el momento en que ingresa al ruedo y esta concluye cuando se desmonta el jinete por sí mismo o es derribado por el animal bruto una vez que haya brincado de un equino a otro, o cuando es derribado del caballo manso al intentar o no la faena o también cuando transcurren los tres minutos que se le otorgan para realizar la suerte.

Este movimiento puede ser fatal para la persona que lo ejecute ya que puede caer debajo del animal y ser pisoteado gravemente por los tres jinetes que arrean al animal.

Himno

El domingo 14 de octubre de 2012, en el marco de la inauguración del LXIII Congreso Nacional Charro en Zacatecas, el gobernador del Estado Miguel Alonso Reyes y el presidente de la Federación Mexicana de Charrería, Jaime Castruita Padilla, firmaron el acuerdo en el que la Federación Mexicana de Charrería adoptó como Himno Nacional Charro la letra y música de la «Marcha Zacatecas«.

Equipos y asociaciones

Charro ondeando la bandera mexicana al montar

Los charros se agrupan en asociaciones registradas en la Federación Mexicana de Charrería, tales asociaciones son equipos o escuadrones en los que se organizan los charros para prácticas y competencias y en algunas ocasiones para reúnir fondos para la construcción o la compra de instalaciones.

El actual equipo campeón nacional es «Hacienda de Triana Jalisco» coronado en el lienzo «Foro Chiapas» De Tuxtla GutiérrezChiapas el 6 de noviembre de 2016.